Cuando una joven fue violada en grupo en un pequeño pueblo en Pakistán, no lo denunció.
Pero poco después el video de la violación empezó a circular por internet y a través de teléfonos móviles.
Sadia (no es su nombre real) pensó que el silencio podía protegerla de la humillación de ser reconocida como una víctima de violencia sexual.
Pero en los días y semanas siguientes dos versiones de su sufrimiento comenzaron a circular online:
una duraba cinco minutos, la otra 40.
El video muestra a cuatro hombres violándola, uno a uno, mientras ella pide misericordia.
La filmación se difundió rápidamente a través de las aldeas y pueblos de la región del Punjab.
“Mi hermano mayor me alertó sobre el video. Lo vio, reconoció a Sadia y vino a decirme”, cuenta el padre de la víctima.
“Ella estaba demasiado avergonzada como para contarme, porque soy su padre. Si su madre hubiera estado viva, estoy seguro que mi hija le habría contado”.
Entonces decidieron reportar la violación y no fue difícil encontrar a los presuntos culpables en su pequeña comunidad.
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